11 de mayo de 2025

UN PASTOR ÚNICO

 

De dos grandes candados para nuestra seguridad se nos habla hoy: las manos del Padre y también las manos del Verbo encarnado. Agarremos bien a nuestro Dios y seremos eternamente felices.

  • Hechos de los apóstoles

Resulta muy interesante escuchar a Pablo y Bernabé que van a anunciar el Evangelio en la sinagoga de Antioquía de Pisidia. Y como no los aceptan, Pablo y Bernabé hacen una gran promesa:

«Teníamos que anunciaros a vosotros primero la Palabra de Dios; pero como rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicaremos a los gentiles. Así nos lo ha mandado el Señor».

Esta noticia llenó de gozo a los gentiles «que se alegraron y alabaron la Palabra del Señor y los que estaban destinados a la vida eterna creyeron».

Qué importante es aprovechar la Palabra de Dios a su tiempo, para asegurar nuestra salvación como sucedió a los de Antioquía de Pisidia.

  • Salmo 99

Como quiera que el tema del ciclo C es el del Buen Pastor, meditamos con alegría este salmo que dice que somos su pueblo y ovejas de su rebaño; por eso, la invitación que nos hace el salmista a todos nosotros va llena de gozo y esperanza:

«Aclama al Señor tierra entera… Sabed que el Señor es Dios, que Él nos hizo y somos… su pueblo y ovejas de su rebaño.

El Señor es bueno, su fidelidad por todas las edades».

  • Apocalipsis

Jesucristo, el «Cordero», será su pastor y conducirá al pueblo de Dios hacia las fuentes del agua viva. Meditemos:

«Estos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero».

Este es el motivo por el que están «ante el trono de Dios dándole culto día y noche en el templo».

Termina diciendo que «ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno. Porque el Cordero que está delante del trono será su pastor y los conducirá hacia las fuentes de aguas vivas».

El párrafo del Apocalipsis concluye así: «Dios enjugará las lágrimas de sus ojos».

  • Verso aleluyático

En este domingo IV de Pascua, la liturgia nos invita a invocar a Jesús, el Buen Pastor, que dice: «Conozco a mis ovejas y las mías me conocen».

Por parte de Jesús el conocimiento es absoluto, pero nosotros tenemos que poner todos los medios posibles para conocer bien a nuestro Pastor, y no dejarnos guiar por los falsos pastores que pueda haber en el camino.

  • Evangelio

Está tomado del capítulo 10 de San Juan que habla simbólicamente del Buen Pastor.

Entre el pastor y las ovejas hay un conocimiento mutuo que asegura la permanencia entre las ovejas y el pastor.

Hay algo muy interesante en este pequeño párrafo que hoy meditamos. Y es la doble seguridad que encontramos en Jesús, el Buen Pastor, y el Padre Dios que guarda la fuente de la seguridad para todas las ovejas:

«Porque mi Padre me las ha dado y supera a todos y nadie puede arrebatar las ovejas de la mano del Padre».

Al final del párrafo del Evangelio descubrimos la gran afirmación de la unidad en el misterio trinitario:

«Yo y el Padre somos uno».

Uniendo al Padre y al Verbo al Espíritu Santo nos encontramos con el gran misterio de la Santísima Trinidad que nos da seguridad para el tiempo y para la eternidad feliz.

 

***

Aprovecho la oportunidad para felicitar a las madres en los países que celebran hoy el «Día de la Madre». Es muy importante que vivan ellas en consonancia con el Padre Dios para aprender de Él el verdadero amor y vivirlo juntamente con su esposo para felicidad de los hijos que Dios tenga a bien darles:

¡Feliz día para todas las madres!

 

+ José Ignacio Alemany Grau, obispo

4 de mayo de 2025

«¡PRIMERO DIOS!»

«Primero Dios», dicen frecuentemente los buenos mexicanos. Prácticamente fue lo mismo que contestaron los apóstoles cuando el sumo sacerdote los interrogó diciendo:

«¿No os habíamos prohibido formalmente enseñar en nombre de ese?».

San Pedro y los apóstoles le replicaron:

«Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres».

No olvidemos nunca que en nuestra vida tenemos muchas cosas que hacer, pero el primero es siempre Dios.

  • Hechos de los apóstoles

Nos cuenta este libro del Nuevo Testamento que metieron a los apóstoles en la cárcel pretendiendo escarmentarlos para que nos hablaran de Jesús a la gente.

Durante la noche el Señor les abrió las puertas de la cárcel, con el mandato de salir a evangelizar como siempre, en el templo de Jerusalén.

El sumo sacerdote los interrogó:

«¿No os habíamos prohibido formalmente enseñar en nombre de ese?».

La respuesta de Pedro y los apóstoles que estaban con él fue:

«Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres».

Y aprovecharon para evangelizar al mismo sumo sacerdote:

«El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús a quien vosotros matasteis colgándolo del madero».

De esta manera tuvieron que dejarlos libres y aprovecharon una vez más para repetirles la misma prohibición que nunca obedecieron.

Era su convicción y su fe.

Ojalá que nuestra fe esté firme creyendo que Jesucristo es Dios.

  • Salmo 29

Un salmo para alabar a Dios. Muy apropiado para este día en que los apóstoles vivieron la libertad que les dio el Señor:

«Te ensalzaré, Señor, porque me has librado y no has dejado que mis enemigos se rían de mí. Dad gracias a su nombre santo… Escucha, Señor y ten piedad de mí. Socórreme, Dios mío. Te daré gracias siempre».

  • Apocalipsis

San Juan evangelista nos cuenta la visión que tuvo:

«Millares y millones de ángeles alrededor del trono de Dios cantaban con voz potente: “Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza”».

El evangelista y apóstol continúa glorificando a Jesucristo que merece la alabanza de todos los pueblos, precisamente por su muerte y resurrección que estamos celebrando en este tiempo de Pascua.

  • Verso aleluyático

No olvidemos que estamos en tiempo pascual y por eso la liturgia, mientras repite gozosa la palabra «Aleluya», exclama:

«Ha resucitado Cristo que creó todas las cosas y se compadeció del género humano».

  • Evangelio

El evangelio de hoy, como estamos en el tiempo de Pascua, nos invita a meditar, aunque ya lo ha hecho anteriormente, en los últimos párrafos del evangelio de San Juan:

«Simón Pedro les dice a sus compañeros: “Me voy a pescar”.

Ellos contestaron: “Vamos también nosotros contigo”».

Toda la noche quisieron pescar, pero los peces al parecer habían desaparecido. Desde la orilla, Jesús, desconocido para ellos, les preguntó:

«¿Muchachos, tenéis pescado?».

Ante su respuesta negativa, aquel desconocido que era Jesús dijo:

«Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis».

A pesar de que todos ellos eran pescadores y conocían muy bien el lago de Tiberíades, echaron la red por obedecer y ¡zas!, no tenían fuerzas para sacar la red por la multitud de peces que brincaban en ella.

Ante esta maravilla, Juan dijo: «¡Es el Señor!».

Pedro se echó al agua. Cuando Jesús les mandó sacar algunos peces recién pescados, fue Pedro el que en un gesto simbólico cogió él solo la red con ciento cincuenta pescados grandes y la arrastró hasta la orilla.

Después de esto, ellos, que habían visto el fuego calentando pan y pescado, comieron gozosos estando seguros de la presencia de Jesús.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista