No nos extraña, ni poco ni mucho, la introducción que tiene la liturgia para esta fiesta de la Ascensión del Señor: «Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse».
La Ascensión de Jesús es el gran principio de nuestra esperanza.
- Hechos de los apóstoles
El principio de
este libro está marcado con estas palabras:
«En mi primer
libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo y enseñando
hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles que había escogido,
movido por el Espíritu Santo y ascendió al cielo».
Es claro que se
refiere, San Lucas, al tercer libro del Evangelio que fue su primer escrito y
ahora como que lo continúa en los Hechos de la Iglesia primitiva, es decir, los
Hechos de los apóstoles.
Jesús les da un
mandato a los apóstoles, después de su resurrección, pidiéndoles que se queden
en Jerusalén hasta que venga el Espíritu Santo.
Un buen día, cuando
estaban todos en el Monte de los olivos, le hicieron varias preguntas. Jesús no
contestó. Comenzó a levantarse sobre la tierra...
Ellos seguían
mirando al cielo hasta que la nube se lo quitó de la vista y vieron dos hombres
vestidos de blanco que les dijeron:
«Galileos, ¿qué
hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para
subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse».
Este es el gran regalo de la ascensión de Jesús: nos ha enseñado que todos tenemos que ir «hacia arriba» para encontrarnos con Él.
- Salmo 46
Es un salmo que
canta entre músicas y aclamaciones el triunfo que se cumplirá en el Redentor:
«Dios asciende
entre aclamaciones, el Señor al son de trompetas».
El salmo continúa
pidiéndonos hacer fiesta: «Aclamando al Señor con gritos de júbilo».
Es un salmo que parece escrito precisamente para esta fiesta, el triunfo de la Ascensión del Señor.
- Hebreos
Comenzamos leyendo
que «Cristo ha entrado no en un santuario construido por hombres, sino en el
mismo cielo para ponerse ante Dios intercediendo por nosotros».
Evidentemente que
el autor de esta carta se está refiriendo a la ascensión de Jesucristo que sube
a la gloria, para interceder por la humanidad a la que Él mismo ha redimido con
su muerte y resurrección.
Es una verdad que hacemos nuestra en el Credo, cuando decimos: «Subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre».
- Verso aleluyático
Es el gran mandato
de Jesucristo que ha hecho suyo el Papa León XIV últimamente:
«Id a hacer discípulos
de todos los pueblos. Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del
mundo».
Con la ayuda de Jesús todos debemos ser auténticos misioneros.
- Evangelio
El Evangelio de hoy
pertenece a San Lucas que nos presenta los últimos consejos de Jesús a sus
discípulos: después de pedirles que sean sus testigos, les promete una vez más
el Espíritu Santo «para que os revistáis de la fuerza de lo alto… Y mientras
los bendecía se separó de ellos subiendo hacia el cielo».
Los apóstoles se
postraron ante Jesús que ascendía a la gloria y regresaron con mucha alegría a
Jerusalén. Y ahí estaban en el templo bendiciendo a Dios.
La fiesta de la
Ascensión es para la Iglesia una fiesta de alegría y envío. Alegría porque
Jesús nos ha enviado al Espíritu Santo, y de envío porque este es el último
mandato del Señor antes de subir a la gloria.
Siguiendo el
mandato del Papa San Juan Pablo II tengamos siempre presente que todo bautizado
tiene que ser misionero y santo.
José Ignacio
Alemany Grau, obispo