19 de julio de 2025

DIOS HA VISITADO A SU PUEBLO

No hay duda de que una de las cosas que más nos gustan a los seres humanos es recibir visitas que nos hacen felices por el hecho de compartir y, sobre todo, si hay un regalo de por medio.

  • Génesis

Es impresionante que Dios, a través de la historia de la humanidad, suele presentarse de una u otra manera en el momento más inesperado. Abraham está en el campo y de repente se presentan tres personas ante él. Si examinamos a fondo en la interpretación de los Santos Padres es fácil descubrir en aquellos tres personajes a la Santísima Trinidad que viene a ver y a regalar a Abraham.

Apenas los ve el anciano generoso les pide, por favor, que se queden con él y les ofrece una comida al estilo del campo.

Ordena a su mujer que prepare una hogaza de pan. Busca el mejor ternero y lo hace guisar. Añade al banquete cuajada y leche.

Los visitantes se alimentan y demostrando la divinidad que representan hacen una promesa al hombre anciano casado con mujer estéril:

«Cuando vuelva a ti dentro del tiempo de costumbre, Sara habrá tenido un hijo».

Este era el mejor regalo que podían hacerle a Abraham que temía que su heredero fuera su siervo y no un hijo propio.

  • Salmo 14

Parece distinto del tema que viene tratando la liturgia, pero es evidentemente su complemento. Así pregunta el salmo:

«¿Quién puede hospedarse en tu tienda?».

Ahora no se trata de Dios que ingresa a la casa, sino de pensar en quién puede ser digno de recibir a Dios en su casa.

El salmo presenta una serie de condiciones que se convierten en puertas para entrar en el seno de Dios:

La honradez y práctica de la justicia, tener buenas intenciones y no calumniar, «el que no hace mal a su prójimo ni difama al vecino… El que no presta dinero a usura ni acepta soborno contra el inocente…».

  • San Pablo

Por su parte, el apóstol, nos da a conocer cómo ha profundizado en el conocimiento de Dios para poderlo compartir a todos:

«Nosotros anunciamos a ese Cristo, amonestamos a todos, enseñamos a todos, con todos los recursos de la sabiduría para que todos lleguen a la madurez en su vida, en Cristo».

El plan de Dios es siempre tener las puertas abiertas para quien lo busca con sinceridad.

  • Verso aleluyático

Alaba a los que tienen un corazón noble y generoso guardando la Palabra de Dios y permitiéndole dar el fruto que lleva consigo esta Palabra.

  • Evangelio

Es maravilloso.

Ahora no es la Santísima Trinidad la que visita sino Jesucristo, Dios y hombre verdadero, que entra en casa de Marta. Lo han invitado para comer con los suyos y todos se dedican a gozar de su presencia.

Marta, la dueña de casa, se preocupa por preparar los alimentos para Jesús y sus acompañantes.

La señora tiene una hermana que no solo no la ayuda, sino que, sentada a los pies de Jesús, está fascinada por su palabra.

En un momento determinado Marta se queja ante el Señor diciéndole:

«¿Señor, no te importa que mi hermana me haya dejado sola en el servicio? Dile que me ayude».

Jesús, por el contrario, rechaza más bien la actitud de Marta «que está inquieta y nerviosa con muchas cosas» y alaba a María que en su actitud de escucha ha escogido la mejor parte.

El Señor no se queja del trabajo de Marta porque de su trabajo se van a alimentar todos, sino más bien por el estar inquieta y nerviosa por las cosas externas, sin preocuparse por las palabras de vida eterna que trae el divino huésped.

En este día que la liturgia nos habla de distintas visitas, examinamos con sinceridad si realmente nos preocupamos de la visita que Dios puede hacernos, incluso a diario, por medio de la Eucaristía, y estar pendientes de sus labios como María estaba en su casita de Betania.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista

12 de julio de 2025

DOS COSAS, PERO UNA MÁS IMPORTANTE

 

A nuestra sociedad le cae muy mal que le manden. Cada uno cree que es la autoridad de sí mismo y ahí acaba todo. Sin embargo, la Palabra de Dios nos enseña un camino muy claro para seguirlo y encontrar el Reino de Dios.

  • Deuteronomio

Nos asegura que todos los seres humanos, lo reconozcamos o no, tenemos inscrito en el corazón la ley de Dios; es decir, los mandamientos que debemos cumplir.

Atendamos:

«Escucha la voz del Señor, tu Dios, guardando sus preceptos y mandamientos… Conviértete al Señor, tu Dios, con todo el corazón y con toda el alma».

Por más que la humanidad se resista a obedecer a Dios, sus normas, sus mandamientos, sus leyes, están claras en cada uno de los seres humanos:

«El mandamiento está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca. Cúmplelo».

Aunque la humanidad sea infiel a Dios, Él no se apartará de ella porque desde dentro la conduce.

  • Salmo 68

«Yo soy un pobre malherido; Dios mío, tu salvación me levante. Alabaré el nombre de Dios con cantos, proclamaré su grandeza con acción de gracias».

El salmista nos da un consejo muy importante para todos:

«Miradlo los humildes y alegraos, buscad al Señor y revivirá vuestro corazón».

  • San Pablo

El apóstol nos presenta hoy su gran himno a Cristo que deberíamos meditar porque nos habla de la profundidad de Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, «porque por medio de Él fueron creadas todas las cosas, celestes y terrestres».

De esta manera la invitación del apóstol es para admirar, glorificar y reconocer la grandeza de Jesucristo. Para nosotros resulta muy importante esta afirmación de San Pablo: Jesús es «el principio, el primogénito de entre los muertos y así es el primero en todo».

En Jesucristo el Padre Dios ha querido reconciliar consigo todos los seres del cielo y de la tierra: ¡Jesús es una maravilla!

Por eso nos alegra saber que nuestro Papa León XIV ha puesto a Jesucristo como centro de unidad y amor para toda la Iglesia.

  • Verso aleluyático

Queramos reconocerlo o no, todas las criaturas tenemos que afirmar hoy con el evangelista San Juan:

«Tus palabras Señor, son espíritu y vida; tú tienes palabras de vida eterna». Jesús es Dios.

  • Evangelio

El capítulo diez de San Lucas resulta muy interesante para meditarlo en este domingo XV del tiempo ordinario:

Un maestro de la ley pregunta: «¿Qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?»

Jesús le hace dar la respuesta a él mismo, con las palabras de la Escritura, puesto que es un maestro:

«¿Qué lees en la Ley?».

El maestro responde: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser y al prójimo como a ti mismo».

Jesús lo felicita y parece que ahí quedó todo. Pero aquel maestro no se contenta, quizá por vanidad o quizá porque quiere aprender y pregunta:

«¿Y quién es mi prójimo?».

Jesús aprovecha para contarnos a todos la parábola del «buen samaritano».

Este señor se encuentra por el camino con un hombre herido y despojado de todo y, aunque no es de su religión, sintió lástima de él, «se le acercó, lo vendó y echándole aceite y vino en las heridas, lo montó en su propia cabalgadura, lo llevó a la posada y pagó. Dijo al posadero: “cuida de él y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta”».

Al terminar la parábola, Jesús pregunta al maestro de la Ley: «¿Cuál te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?».

Él contestó: «El que practicó la misericordia con él».

Jesús concluyó aquel día, y sigue diciéndonos a todos, lo que le dijo al maestro de la Ley:

«¡Anda y haz tú lo mismo!».

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista