31 de mayo de 2025

SUBIÓ A LOS CIELOS

 

No nos extraña, ni poco ni mucho, la introducción que tiene la liturgia para esta fiesta de la Ascensión del Señor: «Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse».

La Ascensión de Jesús es el gran principio de nuestra esperanza.

  • Hechos de los apóstoles

El principio de este libro está marcado con estas palabras:

«En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo y enseñando hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles que había escogido, movido por el Espíritu Santo y ascendió al cielo».

Es claro que se refiere, San Lucas, al tercer libro del Evangelio que fue su primer escrito y ahora como que lo continúa en los Hechos de la Iglesia primitiva, es decir, los Hechos de los apóstoles.

Jesús les da un mandato a los apóstoles, después de su resurrección, pidiéndoles que se queden en Jerusalén hasta que venga el Espíritu Santo.

Un buen día, cuando estaban todos en el Monte de los olivos, le hicieron varias preguntas. Jesús no contestó. Comenzó a levantarse sobre la tierra...

Ellos seguían mirando al cielo hasta que la nube se lo quitó de la vista y vieron dos hombres vestidos de blanco que les dijeron:

«Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse».

Este es el gran regalo de la ascensión de Jesús: nos ha enseñado que todos tenemos que ir «hacia arriba» para encontrarnos con Él.

  • Salmo 46

Es un salmo que canta entre músicas y aclamaciones el triunfo que se cumplirá en el Redentor:

«Dios asciende entre aclamaciones, el Señor al son de trompetas».

El salmo continúa pidiéndonos hacer fiesta: «Aclamando al Señor con gritos de júbilo».

Es un salmo que parece escrito precisamente para esta fiesta, el triunfo de la Ascensión del Señor.

  • Hebreos

Comenzamos leyendo que «Cristo ha entrado no en un santuario construido por hombres, sino en el mismo cielo para ponerse ante Dios intercediendo por nosotros».

Evidentemente que el autor de esta carta se está refiriendo a la ascensión de Jesucristo que sube a la gloria, para interceder por la humanidad a la que Él mismo ha redimido con su muerte y resurrección.

Es una verdad que hacemos nuestra en el Credo, cuando decimos: «Subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre».

  • Verso aleluyático

Es el gran mandato de Jesucristo que ha hecho suyo el Papa León XIV últimamente:

«Id a hacer discípulos de todos los pueblos. Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo».

Con la ayuda de Jesús todos debemos ser auténticos misioneros.

  • Evangelio

El Evangelio de hoy pertenece a San Lucas que nos presenta los últimos consejos de Jesús a sus discípulos: después de pedirles que sean sus testigos, les promete una vez más el Espíritu Santo «para que os revistáis de la fuerza de lo alto… Y mientras los bendecía se separó de ellos subiendo hacia el cielo».

Los apóstoles se postraron ante Jesús que ascendía a la gloria y regresaron con mucha alegría a Jerusalén. Y ahí estaban en el templo bendiciendo a Dios.

La fiesta de la Ascensión es para la Iglesia una fiesta de alegría y envío. Alegría porque Jesús nos ha enviado al Espíritu Santo, y de envío porque este es el último mandato del Señor antes de subir a la gloria.

Siguiendo el mandato del Papa San Juan Pablo II tengamos siempre presente que todo bautizado tiene que ser misionero y santo.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo


24 de mayo de 2025

SI QUIERES ENTRAR EN EL MISTERIO DE DIOS - Domingo VI de Pascua

 

Nos llenamos de satisfacción cuando podemos compartir con un grupo de personas que hablan y actúan con alegría y profundidad.

¿Podremos entrar en la intimidad de Dios donde las tres Personas divinas viven en el amor y la alegría más profunda?

Algo podemos intuir en la liturgia de este domingo que nos está preparando para Pentecostés.

  • Hechos de los apóstoles

Mientras predican con tanta ilusión Pablo y Bernabé, como suele suceder, no faltó la cizaña:

Unos judíos quisieron obligar a los convertidos del paganismo al cristianismo a someterse a la ley de Moisés:

Pablo y Bernabé viajaron a Jerusalén para presentar el problema ante la autoridad de los apóstoles.

Los apóstoles «eligieron a Judas Barsabá y Silas, miembros eminentes entre los hermanos y los enviaron con una carta: “Los apóstoles y los presbíteros hermanos saludan a los hermanos de Antioquía, Siria y Silicia convertidos del paganismo…”».

En la misiva alaban a los nuevos cristianos y terminan diciéndoles que no se preocupen y que, solamente se «abstengan de carne sacrificada a los ídolos, de sangre, de animales estrangulados y de la fornicación».

La carta termina con estas sencillas palabras: «Haréis bien en apartaros de todo esto. Salud».

No es fácil imaginar la alegría con que recibieron esta noticia los nuevos cristianos de las ciudades evangelizadas por Pablo y Bernabé.

  • Salmo 66

Es una oración de alabanza a Dios en la que se nos invita a todos a glorificarlo con nuestra oración y cantos de alegría:

«Porque riges el mundo con justicia, riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la tierra».

  • Apocalipsis

Hace una descripción maravillosa de la Jerusalén celestial que baja del cielo «ataviada por Dios, trayendo la gloria de Dios».

La descripción es preciosa: rodeada de murallas y con doce puertas con los nombres de los apóstoles del Cordero.

Lo más destacado es que el apóstol Juan dice:

«Santuario no vi ninguno porque es su santuario el Señor Dios todopoderoso y el Cordero.

La ciudad no necesita sol ni luna que la alumbre, porque la gloria de Dios la ilumina y su lámpara es el Cordero».

Esta es la descripción que hace el evangelista cuando ha sido transportado «en éxtasis a un monte altísimo y me enseñó la ciudad santa que bajaba desde el cielo, enviada por Dios trayendo la gloria de Dios».

  • Verso aleluyático

La liturgia nos repite cómo podemos construir, en cada uno de nosotros, el verdadero amor a Dios:

«El que me ama guardará mi Palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él».

Esta venida en el amor del Espíritu Santo, del Padre y del Hijo, es la mayor invitación que se nos hace para entrar en la vida que nos prometió Jesús en el Misterio Trinitario.

  • Evangelio

El Evangelio tiene tres ideas fundamentales.

(1) La manera de entrar en el amor de la Santísima Trinidad es guardar la Palabra, los mandamientos de Dios, como lo hizo Jesús en su vida.

(2) Jesús nos ofrece la futura presencia del Espíritu Santo: «Que enviará el Padre en mi nombre, será el que os enseñe todo…».

(3) El saludo de la paz. No con la paz del mundo sino la paz especial que brota del Corazón de Cristo, paz que es fruto de su muerte y resurrección para abrirnos las puertas de la gloria.

Por eso, en su ida de este mundo nos advierte:

«Si me amarais os alegraríais de que vaya al Padre porque el Padre es mayor que yo…».

Ya hemos explicado que Jesucristo, como Dios es igual al Padre, pero al hacerse criatura para sufrir y resucitar se ha hecho como nosotros y, por tanto, como hombre es menor que el Padre.

La liturgia en este día nos está invitando a prepararnos para Pentecostés, fiesta que celebraremos el próximo domingo. Entonces recibiremos la fuerza del Espíritu Santo que viene a santificarnos para que podamos entrar en esta maravillosa intimidad del misterio Trinitario al que hemos sido llamados desde el bautismo.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista